Realismo mágico (RM): Pecos, los enemigos ocultos descubiertos

miércoles, 11 de marzo de 2015

Pecos, los enemigos ocultos descubiertos

Luego de huir de forma desesperada de aquella ciudad, Yohler no tuvo mejor idea que volver a la Guardia Principal del estelar uno, donde se encontraban los principales maestros, políticos y militares en un intento de formar en la galaxia un gobierno universal que pueda implantar paz y armonía en todos lados, bajo la fuerza, por supuesto.

Yohler era una hombre de mucha estatura -para ser humano, pues era descomunal su físico-, soldado de la anterior guardia, y al servicio del Gobierno Interespacial,en forma secreta. Le urgía conocer el grado de participación de varios de los convidados a la reunión general, en especial de aquellos que hacía tiempo estaban tachados como enemigos del nuevo gobierno y por tanto, su labor consistía en obtener pruebas contra éstos. Trabajaba solo, si bien en algún momento de la historia contó con todo un equipo, poco a poco los miembros de su agrupación fueron pereciendo, dadas las dificultades que normalmente se enfrentaban, y el mismo Yohler en más de una oportunidad apenas si salía con vida de una misión.

Ingresó por los pórticos principales y fue inmediatamente anunciado. Ese fue su plan desde el inicio, dado que si no quería que se sepa de su participación, pues sencillamente pasaría de incógnito. Primeramente pasó a saludar a los pioneros, luego a los mariscales, luego a las autoridades. Cuando estuvo más relajado, pasó a los aposentos de las morsas calientes, lugares conocidos por viajeros rutinarios para el placer, los negocios y juegos de azar. Tenía allí a una pelicona, que era una mujer de la raza humana que le pertenecía por un acuerdo firmado con su pelicón, que es una suerte de amo o dueño. No solía compartir mucho con la misma, pero el poco tiempo que tenía, lo aprovechaba para saciar su corpulenta humanidad en la misma, no solo carnal, sino también sentimental, pues abrazaba a la misma, se dejaba bañar por ella, hablaban, y en fin, no solo se desnudaba físicamente frente a la joven, sino también espiritualmente, lo que evidenciaba una importante catarsis para el guerrero. Luego de horas con la citada, comenzó a urdir el plan que trazaría para encontrar algún espía o enemigo dentro del estrado principal.

Su estrategia fue fácil. Comentó a varios comerciantes locales que pronto habría una revuelta en el lugar, a fin de evitar la reunión en la Guardia Principal, y boicotear al gobierno. Así, secretamente, preguntó quiénes querían unírsele. Por supuesto que nadie respondió y todos se escabulleron, y eso mismo pensó Yohler. Su mirilla estaba apuntada no a los peones, sino a los más importantes.

Después de varias escaramuzas, pagos por aquí y allá, logró identificar a uno de los principales rebeldes: Pecos. El mismo era un poderoso general, guerrero de sangre y por demás ambicioso. Hacía tiempo que venía traficando una serie de productos de toda índole en contra de las normas de comercio, por lo que tenía enemigos importantes. Pero lo más grave de todo, fue su amplia predicación de la esclavitud, pues el mismo estaba abocado a implantar de nuevo el régimen de esclavos, a como diera lugar, aduciendo que sin esclavos era imposible sobrevivir.

Ubicado a Pecos, introdújose en sus mediocres oficinas, obtuvo de allí importantes archivos, y coordenadas de cargamentos de productos ilícitos,como también un gran cargamento de esclavos. Comunicó todo ello a la Guardia Principal y luego siguió al citado delincuente y rebelde, por las zonas rojas de Torintín, que eran lugares gastronómicos. Allí pudo constatar que el peligroso Pecos tenía apoyo político de varios personajes que infringían también leyes de comercio. Pero Yohler se descuidó un poco y uno de los guardias tomó por sorpresa al mismo, luchando por su vida, salvó la misma. Para cuando eso Pecos desapareció.

Siguió su búsqueda pero afortunadamente la Guardia Principal lo capturó en las afueras de Torintín, como también a sus secuaces. Estos enemigos ocultos de la Guardia Principal estaban conjurados a instaurar el terror y la violencia en el nuevo gobierno, pero todo ello fue evitado, una vez más, gracias a Yohler.